-Y estaba yo ahí, de pie en su puerta…
“Cuando salió, ¡qué mujer!, era un poco mas bajita que yo, es decir mide por ahí de 1.73m, delgada, de piel trigueña, pelo negro hasta la cintura, con una cinturita divina. Estaba de pie en la puerta de la casa, hermosa, ojos negros, y una carita perfecta.
Usaba un vestido blanco, escote en V atrás y adelante. Se veía preciosa. El pelo se le movía con la brisa y el ambiente de verano la hacía ver aun más hermosa.
Fuimos a comer a un restaurante, la pasamos delicioso. Yo no podía dejar de mirarla. Su feminidad, suavidad, dulzura y belleza me tenían atónito. Era de una suavidad impresionante, y a la vez una coqueta excepcional.
Después de una velada encantadora, me dispuse a llevarla a su casa, aunque debo admitir que tenia mil ideas en la cabeza y todas la involucraban a ella.
Llegamos a su casa en mi auto, pensé en proponerle alguna de mis muchas ideas aunque pensé que era demasiado apresurado y que me iba a despachar inmediatamente, sin embargo, volteo y me miro de medio lado, con una sonrisa picaresca me dijo:
-Subamos
-¿¡Queeeee!?, no lo podía creer. Yo en este momento me tuve que controlar bastante para no demostrar mi felicidad. La verdad no lo creía.
Bajamos del auto y caminamos hacia la puerta y comenzamos a besarnos intensamente, paramos un momento solo para abrir la puerta, Entramos a la casa y me condujo hasta su recámara. Los besos de esa mujer me tenía loco, no nos despegamos hasta llegar al frente de la habitación y entramos.
Empecé a desvestirla, y mientras la desvestía le contaba un cuento de una princesa y un caballero. El cual yo era el caballero y ella la princesa.
La princesa era la hija de un Rey, y este Rey estaba en guerra con otro reino cercano. El caballero era un vasallo que luchaba en los ejércitos del rey. La reina observaba toda la batalla desde una torre fortificada y estaba sorprendida de la valentía del vasallo.
Obviamente, mientras contaba el cuento la acariciaba, la besaba tiernamente, le contaba el cuento al oído y hablaba por todo su cuerpo entre caricias con la lengua, las yemas de los dedos y besos.
El vasallo, miraba a la reina mientras luchaba a lo que la princesa se dio cuenta y se intereso por aquel vasallo.
Luego de terminada la guerra, el Rey también admirado de la valentía del vasallo dio a su hija como trofeo entre aquel caballero y otro personaje de la comarca, (que era el ex novio) en una lucha a muerte. Obviamente el caballero venció a su rival y pudo conquistar a su princesa.
Luego de terminada la guerra, el Rey también admirado de la valentía del vasallo dio a su hija como trofeo entre aquel caballero y otro personaje de la comarca, (que era el ex novio) en una lucha a muerte. Obviamente el caballero venció a su rival y pudo conquistar a su princesa.
El cuerpo de esa mujer era perfecto. Su cintura estrecha, su abdomen plano, la redondez de sus nalgas y la perfección de sus senos, su cabello largo ondulado con su carita de diosa hacían un delirio estar junto a esta mujer.
Siguieron los besos y la baje a probar su suculento sexo. Ella empezó a gemir y me revolcaba el pelo con su mano y me presionaba con sus manos hacia ella. No quería detenerme, la veía hermosa. La sentía mojadita, tibiecita, su sexo olía a mil delicias.
Me encantaba ver su cara, apretaba sus dientes y su boca cada vez que me sentía dentro de ella, quería que me sintiera hasta el fondo de su ser. Ya luego sus gemidos empezaron transformarse en pequeños gritos y ya no me miraba si no que tomó la almohada y solo la mordía y se agarraba de la cama.
Me excitaba mas sentir su sudor con mi piel y mi sudor, saborear su cuerpo saladito era un placer exquisito…”
-No se sabe quien fue el afortunado, si la princesa o el caballero, lo que si se es que esa noche hicimos el amor toda la noche.