-Buenas Tardes- dije mientras subía a la camioneta y tomaba asiento. Había ya algunos pasajeros, algunas mujeres con sus hijos y un señor de aspecto muy profesional, tal vez un maestro.
Me sentía cansada, había sido un largo día, muchas tareas escolares y el trabajo me habían dejado agotada. Eran alrededor de las 18:00 horas.
Miraba por la ventanilla de enfrente, pues me encontraba en el asiento de un costado de la camioneta, y frente a mí las ventanillas y otro asiento largo vacio.
Miraba los autos pasar y la gente al otro lado de la calle. Se detuvo la camioneta por primera vez, yo no le di mayor importancia, solo creí que sería un pasajero mas.
-Buenas tardes- Dijo un muchacho con voz apenas lo suficientemente alta para escucharse, muy tenue, pero clara; vestía un pantalón azul de mezclilla, una sudadera Hollister blanca y unos tenis bastante sencillos y blancos. Llevaba una mochila, evidentemente un estudiante de aproximadamente 16 o 17años, de altura mediana entre 1.60 y 1.80m, tez morena, ojos cafés, cabello negro que era cubierto casi en su totalidad por la capucha de su sudadera. Se sentó justo al lado de mí.
La camioneta avanzó dejando entrar una ráfaga de aire por una de las ventanillas que estaba abierta y pude percibir un olor a alcohol, un aroma proveniente de una persona ebria.
Olfateé discretamente volteando la cara para saber de dónde provenía ese aroma, o de quien.
Subieron un par de personas más a la camioneta y yo seguía buscando la fuente de aquel olor. Gire la cabeza al lado izquierdo donde se encontraba sentado aquel muchacho, y entonces me di cuenta que él era quien olía al alcohol.
Lo primero que pensé fue que tal vez había salido de una reunión con sus amigos, estuvo bebiendo y por eso olía de esa manera. No era desagradable, ni tampoco muy fuerte, simplemente olía a alcohol.
No le di mayor importancia y mi mente divago por un momento, pues tenía algunos trabajos pendientes que me estresaban, entonces subió una muchacha; lo que me hizo recorrerme muy cerca del muchacho para hacer espacio para que la nueva pasajera tomara asiento, al recorrerme note que él tenía su rostro recargado sobre su mano izquierda y la otra sobre su mochila, tenía los ojos cerrados, estaba durmiendo o eso parecía.
Lo mire e inconscientemente tome la misma posición que él, recargue mi codo sobre la bolsa y la carpeta que llevaba y sostuve mi barbilla con la mano izquierda y la otra mano sobre mis cosas. Lo miraba con detenimiento. Aun podía percibir el olor a alcohol que provenía de su respiración. Sus ojos estaba cerrados, la posición de su mano en su rostro le formaba los labios en una clase de puchero, se veía indefenso y cansado. Claro, después de varios tragos que de seguro tomo, yo también me sentiría así.
Con el movimiento de la camioneta, el chico se balanceaba de derecha a izquierda, según aceleraba o frenaba. Su hombro chocaba con el mío y nuestras piernas también, todo mi costado izquierdo estaba en contacto con todo su costado derecho, le brindaba algo de apoyo aunque el continuara balanceándose, y yo seguía mirando su rostro, en una que otra ocasión volteaba a ver a los demás pasajeros, y pude notar que algunos se habían dado cuenta del probable estado en el que el chico se encontraba, lo fulminaban con la mirada, algunas pasajeras lo ignoraban y volteaban hacia otro lado, la chica de mi lado derecho ni siquiera lo había notado y yo volvía a mirarlo.
Pensaba que tal vez yo podría ayudarlo, podría preguntarle si estaba bien, si necesitaba más apoyo por si llegaba a caerse, o donde bajaría y así yo avisarle si se quedaba dormido. Lo pensaba tanto y lo miraba, veía su rostro y pensaba en tocarlo un poco en el brazo para que respondiera, pero no me decidía a hacerlo.
La camioneta seguía su curso y yo continuaba pensando lo mismo, que tal vez si necesitaba ayuda, yo, principalmente por estar a su lado. El continuaba balanceándose, se inclino tanto a su derecha que casi coloco su cabeza sobre mi hombro en más de una ocasión, por un momento deseé que tocara mi hombro y se quedara recargado en mí y yo con la mano izquierda sostener su rostro contra mi hombro para que no se siguiera balanceando.
Cuando casi lo hizo, despertó, abrió los ojos y note que estaban un poco colorados e hinchados, voltee hacia otro lado para que no notara que lo miraba tanto, cruzo los brazos esta vez sobre su mochila, agacho la cabeza y volvió a cerrar los ojos.
Me di cuenta de que había desaprovechado una oportunidad de poder hablarle y decirle lo que llevaba algunos minutos pensando y ayudarlo, pero no lo hice, y me lo reproché con el pensamiento.
Como era posible que yo misma sintiendo la necesidad de cuidarle y tal vez el también y estando yo a su lado no lo hice.
Pensé en hacerlo de nuevo, esta vez me sentía un poco más convencida de hacerlo. Veía y sentía como se balanceaba de izquierda a derecha aunque ya sin acercarse a mí, tuve las ganas de pasar mi brazo por encima de sus hombros y sostenerlo contra mí, mire un par de veces sus hombros como para comprobar que había lugar suficiente para pasar mi brazo pero nuevamente no lo hice.
Me sentía molesta conmigo, no comprendía; Sentía en el interior la necesidad de protegerlo, se veía tan inocente con los ojos cerrados y la cara agachada y sentía como el también necesitaba quien alguien cuidara de él.
Volví a pensar una y otra vez en hablarle y preguntar que si podía ayudarlo, me confunde todavía, no sé si lo que sentía era miedo a que me rechazara o pena porque de cierta forma me hacía sentir avergonzada y por otro lado nerviosismo de estar indecisa en hablarle o no, y cierta emoción también porque sabía que podría hacerlo solo era cuestión de decidirlo y hacerlo de una vez por todas, el tiempo se estaba terminando y mi destino cada vez estaba más cerca.
Por mi cabeza pasaban muchas versiones de lo que podría pasar si le hablaba, cada una era interrumpida por una nueva hasta que volvía a mi dilema que parecía no terminar. Me dije varias veces –Ahora o nunca- . Lo mire nuevamente y lo vi que dormitaba, sus ojos se cerraban y abrían simultáneamente hasta que los cerro por completo y volví a pensar “Ahora o nunca”.
Volteé a ver mi mano derecha con la intención de tocarle el brazo como si con mirar mi mano esta se movería hasta el pero no lo hacía, no tenía el valor de tocarle siquiera por accidente.
Pude haber cambiado su vida, claro, en el sentido en que tal vez yo habría sido la única en ayudarlo de esa manera, supe que yo sería la única en posibilidades de ayudarlo y no lo hice.
Sentí un vacio en mi pecho acompañada de una gran angustia y preocupación, Estaba más que molesta conmigo, no podía creer que no podía hacer nada por él, me sentía frustrada y decepcionada.
Él despertó casi por completo.
-¿Le pasa por favor?, En la caseta- le dijo al pasajero que estaba sentado atrás del asiento del chofer y éste le dio el dinero del pasaje al chofer.
Mire nuevamente al chico, vaya que se notaba cansado, por un momento creí que no era el alcohol el que lo tenia así, sino en realidad un cansancio provocado por trabajo.
La camioneta llego a la caseta, el muchacho se levanto y camino hacia la pequeña puerta de la colectiva – Gracias- dijo mientras bajaba. Se cerró la puerta y la camioneta avanzo. Yo gire completamente mi cuerpo para verlo por la ventanilla, caminaba y entonces por fin lo vi normal.
Mientras tanto sentía pena por mí, me reprochaba por dentro el porqué inexplicable de no haberle ayudado ¡Yo era la única que pudo haberlo hecho! No comprendía que había sido lo que me detuvo, estaba decepcionada de mi, ni siquiera su nombre sé y obviamente el tampoco me recordara.
Él por alguna razón ha dejado una huella en mí como alguien a quien no fui capaz de ayudar y que tal vez jamás volveré a verlo. El solo quería a alguien que lo protegiera y yo lo note, lo sentí, estuve a punto de hacerlo pero inexplicablemente algo me detuvo.
Me siento mal, pienso que si yo me encontrara en una situación parecida me gustaría que alguien se preocupara por mí. Él nunca sabrá que yo sin conocerlo me interese por él y quise protegerlo.
Si me sucede otra vez, no lo dejare pasar. ¡NO otra vez!